Mientras que la tecnología avanza sin descanso, teniendo cada vez juegos más realistas y un catálogo más variado, la industria del videojuego se niega a avanzar en otros aspectos  que la siguen relegando a una industria de segunda fila en cuanto a la calidad de vida que ofrece a consumidores y trabajadores. La cantidad de dinero generada anualmente por esta industria parece indicarnos que su burbuja explotará en algún momento y que cambiará las cosas para bien o para mal.

Ciclo sin fin

Y es que al final todo comienza y termina en un elemento básico de nuestra vida diaria, el dinero. Los videojuegos se han adaptado muy bien a las necesidades de entretenimiento de las personas y ahora son una parte esencial del día a día de todos. Son pocas las personas que nunca han probado un videojuego o que no juegan al menos una vez al mes, esta situación a derivado en que los que producen y diseñan estas obras se vean envueltos en una rueda que no les da descanso.

Hace unos días mencionamos uno de los problemas de la industria, las tiendas digitales. Estas plataformas terminan cobrando una comisión que terminamos pagando los consumidores, el sistema funciona de una manera en la que los involucrados siempre tienen que dar más de sí para seguir viviendo dentro del ecosistema de ventas con una popularidad relativa.

Es un ciclo que parece que no tiene fin, las tiendas cobran comisión, las desarrolladoras aumentan sus precios para cubrir estos gastos y abrazan con necesidad las cajas de botín y las microtransacciones, otro mal pandémico. Además, para poder producir esta cantidad de contenido, promocionarlo, venderlo y mantener la popularidad con el tiempo se obliga a los trabajadores a cumplir con plazos casi imposibles para todo aquel que pretenda trabajar 8 horas diarias, 5 días a la semana.

Esto deriva en un crunch brutal para todo el que pertenezca a esta industria, una «estrategia» aplicada por los estudios para seguir un ritmo frenético autoimpuesto. El «crunch» se define como la acción de trabajar horas extra por períodos de tiempo que superen las 6 semanas. De esta manera, trabajar más de la cuenta en forma de «sprint» ocasionales para hacer una entrega no está mal visto, el problema nace cuando se empiezan a trabajar más de 60 horas semanales por más de un año.

Desarrolladores unidos

Y la verdad es que es difícil determinar dónde nace el problema pero si hay algo que se señala con frecuencia es la falta de un sindicato de desarrolladores de videojuegos. No es para menos, la industria cuenta con productos que generan más dinero que blockbusters hollywodenses, sin embargo, sus trabajadores no tienen una entidad a la que recurrir en caso de problemas laborales. Es algo que Game Workers Unite trata de cambiar desde lo que sucedió con Telltale Games, pero es un proyecto que no ha despegado.

A estas alturas hay pocos que duden sobre la necesidad de un sindicato, pero, por si acaso, se pueden nombrar tan solo unos ejemplos de malas condiciones laborales en los últimos meses. El caso Red Dead Redemption 2, las declaraciones de las esposas de los empleados y el «no aclares que oscureces» de Dan Houser; la contratación de programadores y diseñadores para Telltale Games tan solo días antes declararse en bancarrota y cerrar el estudio; los más de 800 empleados despedidos de Activision-Blizzard y los otros cientos de Electronic Arts; todo lo relacionado con Anthem y su desarrollo y más recientemente los rumores sobre las pésimas condiciones laborales en NetherRealm y CD Projekt-Red.

Tampoco nos olvidemos de Riot Games, su indefinida cantidad de tiempo ofreciendo condiciones laborales combinadas con machismo, segregación racial y un arbitraje obligatorio oculto en el contrato de sus trabajadores quienes han debido salir a la calle para hacer valer sus derechos. La lista ya es bastante larga y es muy obvio que aún hay más casos no tan sonados o que aún están ocultos por que los involucrados tienen miedo de hablar sobre el tema y que no puedan conseguir empleo en la industria de nuevo.

La sindicalización de los desarrolladores sería un gran paso para la industria, algo que nos aseguraría que las personas que están entreteniéndonos lo están haciendo en un entorno seguro y que no están tirando su vida por el retrete mientras crean. De igual manera las cajas de botín deben ser presentadas ante la ley, igual que la comisión de las tiendas digitales debe ser analizadas. Pareciera que la industria necesita un lavado de cara completo y dejar de trabajar al margen de la ley, o si no, no durará mucho.

El papel del jugador

También hay que mencionar el papel de los jugadores en esto, también formamos parte de la industria y también exigimos más contenido, más secuelas y más expansiones. Y cuando un estudio no genera contenido rápido haciendo horas extra, se considera que ha perdido su momento y cae poco a poco en el olvido como sucedió con Apex Legends luego de su prometedor lanzamiento.

En este caso Respawn se vio obligado a poner una lista de prioridades y decidió no forzar a sus empleados, algo que sí ha hecho la competencia y que le funcionó adecuadamente. Los jugadores también deberán acostumbrarse a consumir menos contenido y en menor frecuencia si realmente queremos que la industria no se desgaste. Casos como el de Apex Legends llevan a los estudios a pensar que la única solución es hacer «crunch» para sobrevivir en un mercado tan competitivo, y si queremos que la industria cambie, el mercado, el usuario, también deberá hacerlo.

Recordemos que si efectivamente se crea un sindicato, las cajas de botín son reguladas y los usuarios dejamos de pagar una comisión del 30% en tiendas digitales, probablemente muchos estudios dejen de serlo porque han logrado el éxito gracias a estas prácticas moralmente grises. Tendríamos un medio menos poblado pero más sano, algo que quizá no guste a los que consumen contenido vorazmente y no les importa gastar más dinero o las condiciones la laborales de nadie.

La ley pisa nuestros talones

A estas alturas es aún más difícil intentar predecir qué pasará si algo no cambia en esta industria que vive al margen para conseguir más beneficios, pero lo que queda claro es que este ciclo de explotación laboral al empleado y explotación al consumidor con microtrasacciones y altas comisiones por comprar en tiendas digitales no es sostenible. No lo es principalmente por que la ley de distintos países ha empezado a centrar lentamente su atención en estos problemas, y eventualmente algo cambiará de manera obligatoria.

La verdad es que da la impresión de que la burbuja de los millones de dólares cimentada sobre el crunch explotará pronto y rodarán cabezas de varios fundadores y CEOs de nuestros estudios favoritos. Quizá una que otra revelación nos duela, pero será lo mejor para esta industria que pide a gritos insertarse en el sistema de una manera más adecuada que solo generando miles de millones de dólares anualmente.

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